Hace tiempo había descubierto mi facilidad para escribir. Lo cierto es que no veía la hora de volver de mi trabajo, para disfrutar este gran placer que me otorgó la vida.
Mi casa era el lugar de inspiración, el silencio imperante me facilitaba la tarea.
De un tiempo a esta parte, me sentía observada a pesar de que ella siempre estaba abajo, en la cocina.
Predispuesta para la tarea…..la idea, revoloteaba por mi cabeza y frente al menor ruido, se disipaba, se esfumaba.
Y como sospechada, me asomaba al balcón interior, a buscar la causa y escuchaba el clash shshshshshs, clashshshshshshs de las chancletas.
Ella seguía con su tarea diaria, entonces, yo me instalaba con las manos sobre el teclado a plasmar lo que viniera a mi encuentro y la sensación de observada se acrecentaba.
Nunca me había pasado esto con anterioridad.
Los pensamientos se aglomeraban al filo de mi cabeza como pidiendo salir .
Sin embargo, cuando ella arrastraba las chancletas de entre casa se iban serruchando en el vacío y uno a uno desaparecían.
Concentrarse era faraónico y distraerse facilísimo.
Por más que me esforzaba por encontrar el momento ella parecía que lo intuía.
Si eran las 3 de la mañana, me sentaba sin hacer ruidos en el escritorio a escribir y automáticamente, la luz del baño se prendía y el arrastrar me cortaba la inspiración.
Trate de convencer a mi cuñada que le tocaba hacerse cargo.
Nunca aceptó.
Decidí dejar mi producción para más adelante.
La solución se me anticipó mientras dormía.
Prepare una mezcla de hierbas, poción que los viejos indios matacos usaban ,combinación de ingredientes que extraje de un libro de cuentos que ella misma me había regalado y mate a mi suegra.
Desde que estoy en el penal llevo editado miles de cuentos y poemas como cuando ella no había venido a vivir a casa.
Mi casa era el lugar de inspiración, el silencio imperante me facilitaba la tarea.
De un tiempo a esta parte, me sentía observada a pesar de que ella siempre estaba abajo, en la cocina.
Predispuesta para la tarea…..la idea, revoloteaba por mi cabeza y frente al menor ruido, se disipaba, se esfumaba.
Y como sospechada, me asomaba al balcón interior, a buscar la causa y escuchaba el clash shshshshshs, clashshshshshshs de las chancletas.
Ella seguía con su tarea diaria, entonces, yo me instalaba con las manos sobre el teclado a plasmar lo que viniera a mi encuentro y la sensación de observada se acrecentaba.
Nunca me había pasado esto con anterioridad.
Los pensamientos se aglomeraban al filo de mi cabeza como pidiendo salir .
Sin embargo, cuando ella arrastraba las chancletas de entre casa se iban serruchando en el vacío y uno a uno desaparecían.
Concentrarse era faraónico y distraerse facilísimo.
Por más que me esforzaba por encontrar el momento ella parecía que lo intuía.
Si eran las 3 de la mañana, me sentaba sin hacer ruidos en el escritorio a escribir y automáticamente, la luz del baño se prendía y el arrastrar me cortaba la inspiración.
Trate de convencer a mi cuñada que le tocaba hacerse cargo.
Nunca aceptó.
Decidí dejar mi producción para más adelante.
La solución se me anticipó mientras dormía.
Prepare una mezcla de hierbas, poción que los viejos indios matacos usaban ,combinación de ingredientes que extraje de un libro de cuentos que ella misma me había regalado y mate a mi suegra.
Desde que estoy en el penal llevo editado miles de cuentos y poemas como cuando ella no había venido a vivir a casa.