Este nuevo año aprendí:
...que los violentos tienen nombre y apellido...
...que dentro de uno hay algo más que uno...
...que no quisiera morirme sin trascender...
... que los amigos parten a veces sin despedirlos...
... que cada día que se nos regala es un regalo de Dios...
... que en este país LA VIDA NO TIENE PRECIO...
... que cada abrazo que doy me alarga la vida...
...que la vida me sorprende por los afectos...

condenados al aislamiento y el silencio


 Nosotros,¨los mayores¨ sinonimo de  ¨viejos¨,

en esta pandemia,

estamos condenados al aislamiento y al silencio.


Aislamiento de abrazos,

de nuestros afectos,

pues todos están aterrados del contagio,

para protegernos...


Aislamiento de palabras,

de nuestros hijos y nietos,

pues todos están en sus burbujas

en sus tiempos,

en sus lugares,

lejos

y nosotros,

algunos en geriátricos, otros en sus casas,

condenados, presos.


En esta sintonia,

algunos deprimidos, otros sin defensas

fuimos entregando lo poco que tenemos

algunos ya se fueron,

el resto ha experimentado,

solo solos en sus cuerpos

sondas, traqueotomias, entubamiento,

pañales, 

degradacion del cuerpo,

y el espiritu, solo, 

aislados como perros.


Nosotros, 

los mayores, viejos

estamos condenados

a sufrir el destierro.